sábado, 3 de enero de 2009

¡Feliz año NUEVE!


Me encanta el gesto de rebeldía que supone poner el primer signo de exclamación, ahora que la rápidez y la sajonización de nuestros mensajes nos impulsa a eliminarlo.
Que yo me acuerde mi querido ZX Spectrum no me dio la opción de elegirlo, al igual que esos ocho colores por dos que me ofrecía (¡maldito magenta!). Pero lo de muchos ahora no puede ser más que un síntoma de vagancia.

Reconozco que visualmente en los comics parece que pega más eso de sólo dibujar el signo de admiración o interrogación final, pero hay que rebelarse contra esto, por lo menos en castellano.

Como decía en el título, ¡Feliz año nueve!.

Es curioso esto del mundo de las sensaciones. No es porque los chinos prefieran el ocho, ni por lo del siete bíblico, ni siquiera por el endemoniado triple seis (prefiero los seis triples de Calderón). No, simplemente hay que reconocer que el número 2009 es feo, y ni siquiera es múltiplo de tres.

Me imagino que una vez pasados unos días iré corrigiendo menos a mi mano que aún se empeña en seguir escribiendo el año anterior. No había cosa que me fastidiara más que tener que tachar la fecha en mis cuadernos cuando apenas abarcaba con mis brazos la longitud del pupitre escolar.

Porque yo siempre fui más de rayas y rayones que de typex, que por aquel entonces no creo ni que existiera. Sólo los modernos tenían el Papermate que te permitía borrar lo escrito a la manera de un lapicero. Los demás, en el mejor de los casos, recurríamos a uno de esos lápices para las máquinas de escribir que acababan por hacer un agujero en nuestras hojas.

Incluso creo que fui más de tachones que de rayas, y sobre todo más de emborronaduras que de tachones.

Así, que si después del ímprobo esfuerzo que para mí significaba poner con buena letra (o número) la fecha del día al inicio de la página, eso sí, una fecha bien subrayada con el BIC cristal rojo (... bic cristal escribe normal ...), pues el hecho de que tuviera que rectificarla me producía un rechinar de dientes increíble.

Ignoráis, ¡oh lectores míos!, el sufrimiento que para mí supuso la escritura a mano.
Recuerdo que mi tutora , la andereño de cuarto o quinto de EGB, me hizo repetir la letra "a" en la pizarra tantas veces que acabó como una gran matriz matemática de elementos iguales. La razón fue que no sabía hacer bien el rabo a la dichosa letra. Para mí la "a" era una "o" con una ligadura. Después de aquel día comprendí el concepto de la "a" como letra unificada y compacta. Este esquema sólo me lo rompió la llegada de la arroba.


¡Oh, omnipresente arroba!
Igual que la piel de cordero
esconde a la hambrienta loba,
te agazapas tú como perrito faldero
para estar dándome siempre la coba.

(Anónimo, atribuido a Jonathan José Quevedo de Góngora)


Otro hecho singular fue el de que mi profesor de inglés del segundo ciclo de EGB me echara una pequeña bronca por negarme a usar los guiones (no los de cine, evidentemente).
Para mí no había frase que no entrara en una sola línea, aunque tuviera que arquear los renglones. Los bordes de las páginas parecía rampas de letras al espacio exterior. Este incipiente ecologismo de aprovechar cualquier hueco del papel tuvo sus consecuencias futuras.

(Según escribo esto me doy cuenta de que esto está adquiriendo un tonillo a la manera de la serie "Cuéntame")

Afortunadamente creo que posteriormente mi letra entró por la vereda adecuada. Lo primero que hice fue simular la letra de mi hermano, una adaptación sui generis de la letra de las máquinas de escribir. Las eses, bes y equis no me volvieron a dar quebraderos de cabeza. Otras, como la "a", estuvieron continuamente cambiando de bando.
Con el tiempo he ido volvienso a las letras clásicas, las que aprendimos en el parvulario a la vez que he visto que si quieres claridad, nada mejor que escribir con letras mayúsculas.

Os contaría como comencé a habituarme al teclado Qwerty en una vieja máquina de escribir de mi vecina o por qué demonios estuve pasando parte de mis apuntes de primero de carrera a limpio utilizando una pluma Inoxcrom, pero creo que eso ahora no viene a cuento.

¡FELIZ AÑO NUEVE!

2 comentarios:

Superlopez dijo...

Doy fe que la escritura es una de sus aficiones, ya que dia a dia a parte de su blog Sr Azid tengo que leer sus parrafadas en alguna parte de un cuaderno de bitacora.
Su vida es como una caja de bombones.Espero que con las nuevas tecnologías no tenga usted el problema del signo de exclamación, eso le pasa por adqurir productos anglosajones y no chinos.

Norman Azid dijo...

Si mi vida es como una caja de bombones, espero que sean de Lindt.