martes, 20 de enero de 2009

Historia apócrifa de Donostitown

Resuenan los tambores en las cercanías.
Una gran traca de sonido acompasado al ritmo de unas músicas marciales de inspiración militar-festiva.

Sí, nuestra amada ciudad celebra como cada 20 de enero las fiestas locales entre fastos, fastuosas comilonas y fastidiosa lluvia.
¿Qué celebramos?. Nos podemos remontar a varios siglos atrás para saber el origen de semejante estruendo de tambores, que incluso fueron acompañados por atabales en las postrimerías del siglo de oro.

Los más bromistas indican la posibilidad del origen de la ciudad en las pequeñas comunidades de homo antecessor que poblaban estas tierras. Por lo visto uno se cabreó con otro por una pata de jabalí, y le espetó: "¡A que te doy una Donostia!" (lo siento, sólo puedo con los tacos mejicanos o los del billar).


Algunos más sofisticados explican que si separamos las letras y las agrupamos, hallaremos la solución al origen del nombre:

- DON: igual que Don Carlos o Don Simón
- OST: que en inglés significa Original Soundtrack, es decir, la banda sonora que acompaña a las imágenes de una película.
- IA: por lo visto es el satélite gemelo de IO, luna de Júpiter.


Pero fuera de esas boutades, han surgido importantes teorías después de un concienzudo análisis de los restos arqueológicos.

Algunos hablan de un posible origen romano de la palabra, a semejanza de la ciudad de Ostia en Italia.


Otros hablan incluso de su relación con la música sacra. Sabiendo que la nota "Do" antes se llamaba "Ut" y que "NOS" significa "nosotros" se habla de una composición que el monje Vinicius (de "Vino viciosus") compuso para su tía. Esta partitura perdida se llamaría "NOS UT TIA", algo así como "Nosotros damos el do a la tía", claro está que en latín macarrónico al dente.


Más plausible, si cabe, es lo referido a la invasión vikinga que sufrío la península ibérica desde la Torre de Hércules hasta el Cabo de Gata.

Los vikingos, al asentarse en nuestras tierras, acabaron creando nuevos dioses por influencia de los vascones. Así, en vez de venerar a Odín, empezaron a venerar a Odón. Y de aquí al nombre de la ciudad queda poco para la imaginación:


DONO: de Odón, o quizás de Odono.
STIA: de un famoso bardo vikingo de apodo Stinga que a veces se hacía acompañar de otros dos en un grupo llamado POLIS, de influencia griega.

Por cierto, que otro producto vikingo que se desrrolló con el I+D+i vasco en honor de tal dios fueron los "edrodones nórdicos"




Dicen que estos mismos vikingos en sus juergas o correrías golpeaban las kupelas de los caseríos con sus hachas con ánimo de bendecir la sagrada bebida de los dioses, fabricada en su mayoría con los métodos ancestrales del noble héroe mítico SGAARD, y llamada SAGARDOA en su honor.

Esto fue imitado por los chiquillos del lugar, que usaban pequeñas barricas o toneles de esa misma Sagardoa (sidra en castellano) o txakoli, otra bebida que también tiene su larga historia y que otra vez contaremos.


También es bastante aceptada la teoría de que no se adjudicó ningún nombre a la ciudad hasta que la pequeña población donó al mundo entero a uno de los primeros conquistadores de las Américas, Patxi de Orellana. De cuatro mesones y fondas pasó a ser tenida en cuenta por cualquier peregrino que se preciara de haber recorrido las tierras más ignotas.

En su honor, en el de Patxi de Orellana, en 1498 los Reyes Católicos decidieron bautizar a la pequeña población con el nombre de "La donosa", por su gracia o donaire, y encomendada al santo San Sebastián (este segundo apelativo debido a las competiciones de tiro con arco que se mantuvieron durante bastantes años y entre las que participaron personajes tan interesantes como Guillermo Tellmewhy, Flecha Negratinada, Robin Hoodini, La Saeta Rubiabienfresquita, ...



Fuera como fuera el origen de Donostitown, lo que sí está fechado con rigurosa exactitud es la llegada de los franceses e ingleses para participar en unos campeonatos de fútbol a tres que se celebraban con asiduidad en nuestra pequeña villa.

Parece ser que a comienzos del siglo XIX unas pequeñas discusiones acaloradas entre varios futbolistas por unas duras entradas en el terreno de juego propiciaron el incendio fortuito del casco antiguo de la ciudad, que por aquel entonces era el único casco que había.

Que si uno decidió meter pólvora en un balón o que si otro hizo un cóctel Napoletov con su botella de aguamiel, el caso es que una pequeña fuente de llamas empezó a consumir unas ropas colgadas de la ventana de una casa, y de ahí al incendio total (o casi) sólo hubo un paso.

Se dio la casualidad de que era sábado y todo el mundo andaba de juerga por las estrechas calles de la ciudad, así que poco hicieron al ver el fuego, pensando en sus ánimos etílicos que todo era una pesada broma de Artificieux, lugareño de origen francés que mantenía un depósito con toda la pólvora para los fuegos artificiales previstos para el día de los Juegos Florales de Agosto.

Así es que muchos habitantes cogieron los vasos de cristal que tenían en las manos (todavía no daban esos cutres de plástico) y comenzaron a aporrearlos silbando la famosa canción "Tarero tarero, tu padre fue torero", compuesta a imagen y semejanza de un antiguo rey cornudo.

Algunos más finolis cogían copas de champagne o cavasco (cava fabricado en el Goierri) y después de ensalivar el borde ce cristal pasaban sutílmente el dedo en movimiendo circular, produciendo una armonía de sonidos de alta frecuencia.

En fin, la cuestión era hacer ruido y si eso podía molestar a los Marqueses de Miraconcha, que como su nombre indica vivían en un castillo con vistas al mar fuera del perímetro urbano, pues mejor.


Esto, una vez reconstruida la ciudad y extendida según planos del famoso arquitecto Rafael Monegros de Azúa, se convirtió en un hecho consuetudinario repetido año tras año sin que nadie se acordara de lo que había sucedido en realidad.

No quiero extenderme más para no abrumar a mis lectores con mis conocimientos de historia apócrifa aunque ahora mismo no me haya quedado claro si fueron los vikingos o los franceses los creadores del sonido Made in Donostitown. Esto no son los tambores de Calanda.

Si desean saber otras curiosidades como por qué Darwin se basó en las marismas de Amara para su teoría de la evolución de especies o a quién se le ocurrió mover la isla de Santa Clara desde el Nervión hasta su posición actual, háganmelo saber.

jueves, 8 de enero de 2009

BLANCAS POSTNAVIDADES

Lo de ahora va sólo de fotos. Lo que van a ver al final no son las que haya podido sacar de un libro de Religión de EGB (lo siento, yo me quedé en esa época). Son la pura realidad.

Resulta que en nuestra querida Donostitown el fenómeno de las nevadas se puede considerar como algo relativamente extraño. Muchos empiezan a repetir en su mente la expresión "¡Que cuaje, que cuaje!", sólo por ver luego en los telediarios a la periodista de moda mostrando la Concha ante las cámaras (no me entiendan mal los hispanoamericanos).

Es que es verdad, somos un poquito chouvinistas de nuestra ciudad, incluso un poquito ñoños.

Porque, ¿cuántas personas habrán salido hoy con una cámara en la mano como yo mismo he hecho?. Es lógico que en otros sitios hayan hecho lo mismo, por aquello que de mágico tiene la nieve, aunque esto se esfume en cuanto nuestras botas convierten el blanco manto en una especie de granizado de café, por no decir algo peor.

Pues sí, todos los donostiarras, hermanados al estilo hippie, deparando sonrisas por doquier, con nuestras cámaras en un trasunto de Rally fotográfico, o más bien Conchagráfico. Porque no todos habrán fotografiado buzones de correo como un presente, pero la bahía de la Concha, ... ¿quién se puede resistir aunque se nos congele el líquido sinovial de las articulaciones de las manos?

Bueno, menos rollo y más fotos. Ahí quedan algunas:


1.-) Como dice la canción "White Christmas" de Irving Berlin, creo que refiriéndose a California:
"The sun is shining, the grass is green, the orange and palm trees sway ..."
Aquí tienen nuestra palmera.







2.-)Una cervezuqui "Aguila" bien fresquita.





3.-) "En la heladería Arnoldo me entra el frío desde un recodo".
Siempre me quedé con el trauma juvenil de no haber probado el famoso helado "Pitufo" de los Italianos. Ignoro si le habían pedido permiso a Peyo por usar el color azul.
Yo creo que más bien se lo pidieron a Pello. Es que aquí somos muy vascos como para preguntarle a un belga.
Esto de aquí parece un helado de boj o similar.





4.-)Frutas escarchadas (sin comentarios)









5.-)Kälte en alemán






6.-)Cero patatero y ex"celsius".






7.-)Prefiero los juegos calientes, pero no estoy para hacerle ascos a nada.






8.-)¿De quién era el cuadro del patinaje sobre un lago helado? Esta estampa de la playa OFF-DARRETA también me lo ha recordado. A veces también soy un lírico ("malos tiempos para la lírica").




9.-)NO FROST. La culpa de este frío la tienen tantas estrellas.




10.-)Santa Clara hoy es oscura.






11.-)Esto no es más que un árbol con nieve visto desde abajo. Un segundo después vino el niñito de la patada en el tronco.







12.-)El cómic siempre presente. Les presento al Doctor Octopus




13.-)Sendero Oso luminoso





14.-) "¡Me tienes hhhhhhhasta la coronilla!,¡ahhhh!", le dijo Norman a su madre, antes de sacar el famoso cuchillo que luego emplearía contra la huesped que se duchaba en blanco y negro. Por cierto, no hablo de Norman Azid.





15.-)Hasta la corona simpsoniana. Homer I, rey de Springfield: "En estos momentos, la gggeina Marge y yo queggggemos felicitagggles una felices fiestas"



16.-)Piensa en blanco pero no te quedes así.





17.-) El colmo de los colmos. The ultimate.





Bueno, ya está. Siempre me gustaron los números primos, y sobre todo sus primas, así que ahí se quedan esas 17 instantáneas como el Nesquik.







¿Y dónde está la Concha?. ¡Vaya, hombre, se me ha pasado?. ¡Qué fallo!



Bueno, una de regalo. Una especie de parodia de la peli de Mel Brooks "Sillas de montar calientes":



sábado, 3 de enero de 2009

¡Feliz año NUEVE!


Me encanta el gesto de rebeldía que supone poner el primer signo de exclamación, ahora que la rápidez y la sajonización de nuestros mensajes nos impulsa a eliminarlo.
Que yo me acuerde mi querido ZX Spectrum no me dio la opción de elegirlo, al igual que esos ocho colores por dos que me ofrecía (¡maldito magenta!). Pero lo de muchos ahora no puede ser más que un síntoma de vagancia.

Reconozco que visualmente en los comics parece que pega más eso de sólo dibujar el signo de admiración o interrogación final, pero hay que rebelarse contra esto, por lo menos en castellano.

Como decía en el título, ¡Feliz año nueve!.

Es curioso esto del mundo de las sensaciones. No es porque los chinos prefieran el ocho, ni por lo del siete bíblico, ni siquiera por el endemoniado triple seis (prefiero los seis triples de Calderón). No, simplemente hay que reconocer que el número 2009 es feo, y ni siquiera es múltiplo de tres.

Me imagino que una vez pasados unos días iré corrigiendo menos a mi mano que aún se empeña en seguir escribiendo el año anterior. No había cosa que me fastidiara más que tener que tachar la fecha en mis cuadernos cuando apenas abarcaba con mis brazos la longitud del pupitre escolar.

Porque yo siempre fui más de rayas y rayones que de typex, que por aquel entonces no creo ni que existiera. Sólo los modernos tenían el Papermate que te permitía borrar lo escrito a la manera de un lapicero. Los demás, en el mejor de los casos, recurríamos a uno de esos lápices para las máquinas de escribir que acababan por hacer un agujero en nuestras hojas.

Incluso creo que fui más de tachones que de rayas, y sobre todo más de emborronaduras que de tachones.

Así, que si después del ímprobo esfuerzo que para mí significaba poner con buena letra (o número) la fecha del día al inicio de la página, eso sí, una fecha bien subrayada con el BIC cristal rojo (... bic cristal escribe normal ...), pues el hecho de que tuviera que rectificarla me producía un rechinar de dientes increíble.

Ignoráis, ¡oh lectores míos!, el sufrimiento que para mí supuso la escritura a mano.
Recuerdo que mi tutora , la andereño de cuarto o quinto de EGB, me hizo repetir la letra "a" en la pizarra tantas veces que acabó como una gran matriz matemática de elementos iguales. La razón fue que no sabía hacer bien el rabo a la dichosa letra. Para mí la "a" era una "o" con una ligadura. Después de aquel día comprendí el concepto de la "a" como letra unificada y compacta. Este esquema sólo me lo rompió la llegada de la arroba.


¡Oh, omnipresente arroba!
Igual que la piel de cordero
esconde a la hambrienta loba,
te agazapas tú como perrito faldero
para estar dándome siempre la coba.

(Anónimo, atribuido a Jonathan José Quevedo de Góngora)


Otro hecho singular fue el de que mi profesor de inglés del segundo ciclo de EGB me echara una pequeña bronca por negarme a usar los guiones (no los de cine, evidentemente).
Para mí no había frase que no entrara en una sola línea, aunque tuviera que arquear los renglones. Los bordes de las páginas parecía rampas de letras al espacio exterior. Este incipiente ecologismo de aprovechar cualquier hueco del papel tuvo sus consecuencias futuras.

(Según escribo esto me doy cuenta de que esto está adquiriendo un tonillo a la manera de la serie "Cuéntame")

Afortunadamente creo que posteriormente mi letra entró por la vereda adecuada. Lo primero que hice fue simular la letra de mi hermano, una adaptación sui generis de la letra de las máquinas de escribir. Las eses, bes y equis no me volvieron a dar quebraderos de cabeza. Otras, como la "a", estuvieron continuamente cambiando de bando.
Con el tiempo he ido volvienso a las letras clásicas, las que aprendimos en el parvulario a la vez que he visto que si quieres claridad, nada mejor que escribir con letras mayúsculas.

Os contaría como comencé a habituarme al teclado Qwerty en una vieja máquina de escribir de mi vecina o por qué demonios estuve pasando parte de mis apuntes de primero de carrera a limpio utilizando una pluma Inoxcrom, pero creo que eso ahora no viene a cuento.

¡FELIZ AÑO NUEVE!